Alineados, pero no en Movimiento. Una Reunión sin Objetivos Reales.

Estimados lectores de este blog, he aquí una nueva colaboración de Jordi Sellarés Serra, profesor de Derecho Internacional Público en la Universidad de Barcelona y ESADE. Que la disfruten.

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El Movimiento de los No Alineados, en su reciente reunión de La Habana, destacó por la notable concurrencia de dictadores y tiranos. Los No Alineados no es una organización internacional, aunque lo parece. Tiene una página “web” de su secretaría permanente en Kuala Lumpur, más una página creada por cada Estado que ha sido el anfitrión de una de sus conferencias. “Webs” que pueden tener errores –en la atribución de banderas a cada país (Dominica y República Dominicana en la de la secretaría), o en los nombres de los países (Comores en la última conferencia aparece como Camores (sic)), y que tras las conferencias quedan abandonadas (así, en la hecha en Durban en el 2003 la última novedad era del 2004 y no decía aún nada de la cumbre en Cuba).

Esta última explica la estructura del Movimiento con las siguientes palabras: “El MNOAL, importante foro de concertación política de los países del Sur, funciona a partir de un estilo de administración que pretende ser único, no jerárquico, rotativo y participativo, permitiendo a todos los Estados miembros, sin ningún tipo de diferenciación o discriminación, participar en la toma de decisiones globales y la política mundial.”

Una definición rimbombante, pero con trampa. Ni es “importante” ni es sólo del Sur, porque Bielorrusia, Mongolia o Corea del Norte, por no decir Cuba, están por encima de Ecuador. Ni su “estilo de administración” es único ni original. Son conferencias intergubernamentales, acuerdos consensuados, sin estructura permanente y vida efímera.

Para ser miembro de esta nebulosa hay una serie de criterios a cumplir. Vaguedades que nadie incumple. Todo Estado lleva a cabo una política independiente. Pero la definición exige sólo “una tendencia a favor de tal política”. Deben apoyar “consistentemente” los Movimientos de Liberación Nacional. Pero sólo queda uno, el Frente Polisario y este “foro” no le dedicó ni un instante de su tiempo. Quizá porque Marruecos es del club y la potencia ocupante del Sahara Occidental. La prohibición de una alianza militar, está matizada, a que ésta sea “multilateral” y en “el contexto de los conflictos de las grandes potencias”. Este mismo “contexto” es el que impediría su pertenencia a este enjambre de países menores si tiene un acuerdo bilateral con una gran potencia o si ha cedido bases militares. En puridad, la República de Irlanda –por ejemplo- podría ser miembro de este club. Pero como ya no hay “grandes potencias” (en plural) sino sólo una potencia, ese contexto acabó en 1989 y hoy en día todos pueden ser miembros. Pero no todos quieren. Por algo será. Quizá por su inutilidad.

Sorprende que tres de los cinco requisitos para ser miembro se refieran a cuestiones militares. El “Movimiento” no busca la paz. Los 10 principios de Bandung no la citan. India, Egipto o Yugoslavia, al crear este “Movimiento”, se olvidaron esta línea.

De los 3, sólo la India ha ido a más desde entonces. La India entra en Naciones Unidas en 1945. Una organización internacional que exige a sus miembros que sean “Estados amantes de la paz”. Pero la India no fue un Estado hasta 1947, tras la partición del Dominio Británico en varios Estados. No ha dejado de usar la fuerza para anexionarse territorios (Hyderabad en 1947, Goa, Damao y Diu en 1961), provocar la secesión en los vecinos (Bangladesh dejó de ser Pakistán Oriental en 1971), neutralizar los intentos de transferencia de territorios como Cachemira, o intervenir en los asuntos internos de los vecinos (como en el Norte de Sri Lanka). La India se vende como un país neutral, pacífico y pacifista. Dispone de la bomba atómica, está en conflicto permanente con Pakistán y quiere ser una gran potencia.

Lo más curioso es que el tercer instigador de este magma de Estados, la Yugoslavia de Tito, no está en el sur, y al margen de los conflictos de las grandes potencias, protagonizó una serie de conflictos locales que no le impedirían a ninguno de los Estados sucesores o que aún le puedan suceder, estar en la reunión. Sólo tres han aparecido como observadores. A escuchar discursos contra Estados Unidos. Único fin real de la reunión.

Jordi Sellarés