Embajadora en Bikini

Me provocan mucha curiosidad todas las formas heterodoxas de diplomacia. Casi todas pueden incluirse en la denominada diplomacia pública. Y las más interesantes son aquellas que consiguen transformar.

Hasta hace dos días Kosovo era una región de Serbia. El fin de semana pasado participaba, en pie de igualdad, en el certamen de Miss Universo. Parece una tontería, pero el hecho de que su representante quedase entre las 10 más bellas no hace más que fijar en la retina de millones de personas en todo el mundo que Kosovo es un Estado independiente. Zana Krasniqi podría haberse convertido, de la noche a la mañana, en la mejor embajadora de Kosovo en el mundo.

La independencia de Kosovo es una cuestión muy debatida. Se trata de una independencia que no ha respetado la legalidad internacional, no ha seguido las normas de Naciones Unidas para conseguirla. Por eso España no lo reconoce. Sin embargo, hace menos de un mes eran ya 43 los estados que sí lo han reconocido. Reconocer a un estado acaba por legitimarlo como sujeto del Derecho Internacional. Por eso es importante. Y llegando a ese número podemos empezar a decir que la voluntad de Kosovo acabará por imponerse (la personalidad internacional de Naciones Unidas, por ejemplo, se constató con el reconocimiento de 50 estados). Es muy probable que la aparición de Kosovo en distintos escenarios comportandose como un Estado más acabe convenciendo a muchos Estados que todavía no lo han reconocido.

Y frente a las ganas de figurar de Kosovo, la incapacidad de Estados Unidos de realizar un acto crucial como es el de caminar y sonreir al mismo tiempo: