Guerra y Medio Ambiente

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Ayer, día 6 de noviembre era el Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y en los Conflictos Armados. Tras este largo y extraño nombre se oculta una realidad preocupante: la destrucción del medio en las guerras y por lo tanto la imposibilidad de observar un desarrollo sostenible en las regiones que han sufrido un conflicto bélico.

Para entender la gravedad del asunto pensemos solamente en el daño causado el pasado mes de julio por el conflicto entre Israel y Hizbolá. La central de energía térmica de Jiyyeh, 28 kilómetros al sur de Bierut, vertió en el Mar Mediterráneo (ese mismo en el que nos bañamos en verano o de donde procede parte del pescadito que tomamos) una cantidad estimada de entre 10.000 y 30.000 toneladas de gasolina tras ser alcanzada a mediados de julio.

La ONU, a través del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), envió a principios de octubre un equipo a la zona para evaluar los daños medioambientales. Sin embargo este no es un caso aislado y en los últimos años el PNUMA ha venido también colaborando con los países que han solicitado su ayuda. Kofi Annan ha destacado en su mensaje anual sobre la cuestión los casos de Sudán e Irak:

En el Sudán, las conclusiones preliminares del PNUMA apuntan a una grave y extendida degradación del medio ambiente en gran parte del país, especialmente en relación con la desertificación y la deforestación. En Darfur, la degradación del medio ambiente, la competencia para hacerse con los recursos y el cambio climático regional son otras tantas causas principales de la inseguridad alimentaria y el conflicto.

En el Iraq, el drenaje de las marismas del Delta del Eufrates/Tigris en los años 80 y 90 ofrece un ejemplo clásico de maniobra deliberada contra un ecosistema para alcanzar fines políticos y militares. El PNUMA está ayudando al Gobierno del Iraq a restablecer y ordenar las marismas, y a rehabilitar el medio ambiente del país y su infraestructura para la ordenación ambiental.

En general, salvando casos muy particulares, las normas internacionales no contemplan las consecuencias de la guerra para el medio ambiente.

PS: mientras acabo de escribir me entero de que «Britain is determined to protect its right to kill civilians at random«.