Idomeneo

Estarán ustedes al tanto del rapapolvo que la Canciller Merkel ha dado a quienes han decidido retirar del cartel la ópera de Mozart llamada Idomeneo. Por lo visto, el protagonista aparece con un saco donde guarda las cabezas de Poseidón, Jesucristo, Mahoma y Buda; a continuación las muestra de modo victorioso al público y las coloca en cuatro sillas. Pese a las novedades introducidas en la representación alemana, la obra del compositor está basada en el personaje mitológico que le da nombre, personaje que, hasta hoy desconocía, y del cual les ofrezco aquí un artículo que subiré a la Wikipedia en breve (ya que no existe ninguno sobre este personaje en la versión en castellano).

En la mitología griega, Idomeneo fue un guerrero cretense, hijo de Príamo y nieto del rey Minos. Condujo las tropas de Creta al sitio de Troya, con una flota de ochenta naves, y allí se distinguió por algunas acciones excepcionales. Tras la toma de la ciudad, este príncipe, cargado de botines troyanos, volvía a Creta, cuando fue sorprendido por una tempestad en la que pensó que iba a morir.

Sumido en el asfixiante peligro en el que se encontraba, hizo la promesa a Poseidón de sacrificarle, si conseguía volver a su reino, la primera persona viva que se le presentara a su llegada a Creta. La tempestad cesó y llegó con fortuna al puerto, donde su hijo, advertido de la llegada del rey, fue el primer objeto que apareció ante él.

Es fácil imaginar la sorpresa y al mismo tiempo el dolor de Idomeneo cuando aquel se le apareció. En vano los sentimientos paternales combatieron en su favor; un celo cegado por la superstición lo subyugó y resolvió inmolar a su hijo al dios del mar. Varios autores de la antigüedad afirman que este horrible sacrificio fue consumado, y muchos más modernas han seguido esta tradición. Otros afirman que el pueblo, entrando en defensa del joven príncipe, lo retiraron de las manos de su furioso padre.

Sea como fuere, los cretenses, tomados por el horror de la bárbara acción de su rey, se sublevaron unánimemente contra él y le obligaron a abandonar sus estados. Idomeneo se retiró hacia las costas de la gran Hesperia, es decir, de Italia, donde fundó Salente. Allí, en su nueva ciudad, hizo observar las sabias leyes de su ancestro Minos y fue merecedor por parte de sus nuevos súbditos de los honores heroicos tras su muerte.