Acabo de terminar de ver una de las películas que más me ha gustado últimamente: Made in Dagenham.
Se trata del relato de la lucha que en 1968 encabezaron las tejedoras de la planta de Ford de Dagenham, un gran suburbio de Londres, por la iguldad de todas las mujeres. Sus acciones cambiaron el curso de la historia laboral del Reino Unido: consiguieron que en 1970 se aprobara la Ley de Igual Salario, dando un paso tremendo para terminar con las diferencias retributivas entre hombres y mujeres por el mismo trabajo.
Quizás lo que más me haya gustado de la película es que habla de una realidad que nos exige. Porque no es una película sobre los derechos de las mujeres sino sobre la dignidad humana. Porque no es una película sobre la equiparación de salarios sino sobre la igualdad. Porque no es una película sobre lo que ocurrió en Inglaterra en 1968 sino sobre lo que a cada día, hombres y mujeres de todo el mundo, tenemos el deber de enfrentarnos.
Porque cuando pemitimos que las mujeres sean discriminadas, somos todos quienes vivimos en la indignidad.