La Ley del Embudo

Lo decía ya Fernando de Rojas hace cinco siglos:

Inicua es la ley que igual a todos no es.

Y sigue hoy en plena vigencia. De poco sirven las leyes que no se aplican igual a todos. Traducido al ámbito global, flaco favor se hace al Derecho Internacional cuando este se aplica a unos y otros con distinta vara de medir. Desastroso resulta cuando en lugar de aplicar la Legalidad Internacional se aplica la Ley del Embudo.

Recientemente -y no tan recientemente- hemos sido testigos de múltiples violaciones del Derecho Internacional. Pero ya no de países «díscolos» o que están sostenidos por regímenes ignominiosos. No, se han sucedido en los últimos años quebrantamientos de la Legalidad Internacional por parte de quienes se erigen como sus máximos garantes: los países occidentales.

Podemos comenzar recordando la segunda guerra de Irak y cómo se rompía uno de los Principios de la Carta de las Naciones Unidas: la Prohibición de la amenaza o del uso de la fuerza. Recordemos también la intervención de la OTAN, sin respaldo de Naciones Unidas, en Kosovo bajo la doctrina de la Responsabilidad de Proteger -un principio que habría que instaurar pero que no ha sido reconocido internacionalmente todavía como tal- o también la reciente declaración de independencia de este territorio sin observar el proceso internacionalmente establecido con este fin. No olvidemos tampoco la guerra que Líbano e Israel libraron hace dos años con total inobservancia del Derecho Internacional Humanitario.

Los países occidentales han quebrantado en numerosas ocasiones el mismo orden que pretenden extender al resto del mundo. Han aplicado, una y otra vez, la Ley del Embudo.

¿Cómo en esta situación puede resultar legítimo el exigir a otros países que cumplan a pies puntillas las normas internacionales? ¿Cómo podemos exigir a Corea del Norte que desmantele sus planes nucleares o a Irán que permita el acceso de la Agencia Internacional de la Energía Atómica a sus instalaciones? ¿Cómo exigir a Rusia que se retire de Osetia del Sur? ¿O negar a Abjasia que sea un estado independiente?

Se hace, ciertamente, muy complicado.

Sin embargo, el Derecho Internacional se hace hoy más necesario que nunca. En un mundo que se hace cada vez más pequeño, que es más interdependiente, nuestra única garantía de justicia es la extensión la aplicación del Derecho Internacional en todo lugar y en todo momento.

Por ese motivo, Occidente debe eliminar de una vez por todas la Ley del Embudo. La ley multilateral, consensuada, la norma legítima y justa es la norma que debe imperar.

Hoy, muchos no se plantean dejar de utilizar la Ley del Embudo porque creen que somos los más fuertes y podemos quedarnos con la parte ancha. Pero hace mucho tiempo que eso no es cierto, ya no somos tan fuertes. Cualquier día la parte estrecha del embudo podría apuntar hacia nosotros.