Medios y Diamantes

Blood Diamond

Ayer fui a ver Diamante de Sangre. Sabía que al entrar en la sala me cruzaría con Rosa y con Moeh saliendo. Ellos han escrito en sus respectivos blogs sobre la película como hiciera yo hace unas semanas.

La cosa es que después de verla supe que tenía que escribir sobre la importancia de un tema que subyace, ya no solo en la película, sino en el fin de la guerra en Sierra Leona: el papel de los medios de comunicación en la negociación internacional.

Es prácticamente incuestionable, y digo “prácticamente” porque parece que los bloggers estamos ganando la partida, que los medios de comunicación tienen un papel fundamental en la conformación de lo que se ha dado en llamar “la opinión pública”. Los medios de comunicación pueden agravar conflictos, fomentar el pánico o el odio entre grupos étnicos e incluso generar crisis internacionales. Pero no es menos cierto que, al mismo tiempo, los medios ayudan a crear la presión necesaria para que se negocien ciertas cuestiones que de lo contrario no serían abordadas. El Proceso de Kimberley en el que las principales empresas del sector del diamante, bajo el auspicio de Naciones Unidas, se comprometieron a garantizar que ninguna de sus piedras sirve para financiar a grupos rebeldes que intenten derrocar a gobiernos legítimos es una buena muestra de ello. Otra, el Protocolo de Kyoto. Y es que, además, el factor público parece influir no solamente en el hecho de que tales negociaciones se lleven a cabo sino que, según numerosas teorías y estudios, también provoca una mayor predisposición de los negociadores a alcanzar un acuerdo al sentirse “observados” (especialmente cuando el observador es un ciudadano con derecho a voto).

Resulta claro cual es uno de los mejores mecanismos para arreglar algunos de los problemas que tenemos hoy en día: informarse, indignarse, reflexionar y actuar. Infórmese de lo que ocurre en el mundo y de qué hace su país para agravarlo o minimizarlo. Si lo que descubre le subleva, convierta la emoción en reflexión y la reflexión en acción. Por ejemplo, haga saber a sus representantes que no está de acuerdo con tal o cual y que deben hacer algo para solucionarlo. A lo mejor se lleva usted una sorpresa.