Nuestro sudor por vuestra decencia

Estos días he podido descansar un poco y he puesto la tele para ver las noticias. Y no salía de mi asombro cuando varios programas de informativos contaban que desde la noche de fin de año más de tres mil personas, convocadas por Facebook, llevan celebrando una rave en valencia. Miles de personas pegándose la fiesta de su vida.

Y la verdad es que no salgo de mi asombro porque no entiendo como a los medios de comunicación les puede llamar la atención esa rave tan pequeña y no otra a la que también están invitadas en España la no despreciable cifra de 158.230 personas. Esa sí que es una fiesta tremenda y no lo de Benagéber. Casi 160.000 personas (si no han hecho mal los cálculos y resultan ser más en realidad) que pueden llegar a estar invitadas a la fiesta de tu vida. Porque tú pagas su fiesta.

Sí, no pongas cara de extrañeza. Son esa parte de los políticos y correligionarios con cargo a los que les pagas la fiesta y a la que, no sé si lo sabías, pero no estás invitado.

Digo que algunos se están pegando la fiesta «de tu vida» y que «no estás invitado» porque son ellos los que toman las decisiones de lo que se hace con tu dinero y porque no hay casi nada que puedas hacer, a día de hoy, para pararles los pies.

Algunos se están pegando la fiesta a costa de tu vida porque lo que han hecho demasiados políticos de nuestro país, tanto a nivel estatal, regional y local, es gastar más y más de tu dinero. Es la famosa deuda pública. Desde 2006, en términos absolutos, nuestra deuda pública no ha parado de aumentar hasta más que duplicarse pasando de los 460 mil millones de dólares a más de 1 billón. Y eso es mucho dinero. De hecho, ahora mismo, tú debes más de 23.000 dólares. O quizás más, depende de la fuente que consultes. Nadie parece saberlo a ciencia cierta.

Pero al fin y al cabo, uno podría pensar, que eso es para poder pagar el país en el que vivimos, con sus carreteras, sus aeropuertos, la seguridad social, las prestaciones de desempleo, las pensiones. Y es cierto. Una mayoría estaríamos encantados de ganar menos y pagar impuestos para que todos tengamos cubiertas nuestras necesidades y tengamos un país más justo. Pero en lo que no creo que una mayoría vaya a estar de acuerdo es en que nosotros paguemos las fiestas de otros. Los aeropuertos como el de Corvera, las radiales de Madrid, la expo de Zaragoza, la formula uno o [ponga usted aquí el auditorio municipal o palacio de exposiciones que usted conozca] son cosas que se han pagado con dinero público o que al final han sido absorbidos (o lo acabarán siendo) como deuda de todos para ganancia de unos pocos (porque ese dinero está en los bolsillos de alguien). Y así, no sé a quien le puede extrañar que venga un partido que diga que quiere auditar nuestra deuda, que quiera dejar de pagar lo que no nos toca y triunfe. La alternativa parecería ser callarse y vivir el resto de nuestras vidas viviendo de rodillas para pagar una deuda que no parece que nos corresponda.

También digo que no estás invitado porque, como estamos viendo día sí día también, en nuestro país muchos políticos han gastado, y gastan, sin freno. Y por freno me refiero a un sistema que permita a los ciudadanos conocer, analizar y tomar decisiones sobre como se ha realizado el gasto público. Acabamos de estrenar una Ley de Transparencia que, pese a ser de las más tardías de Europa, nace siendo una ley de baja calidad. Por ejemplo, es una ley de transparencia que no incluye a todas las instituciones (no podemos saber lo que gasta una empresa privada que ofrece un servicio público) y no permite obtener toda la información (no permite solicitar los informes con los cuales entender porqué se gasta tanto dinero en esto y no en aquello más barato y eficiente).

No solo no podemos saber sino que tampoco podemos decidir. No hay mecanismos en España para poder revocar decisiones tomadas por nuestros políticos más que echarlos al cabo de cuatro años cuando ya es demasiado tarde. Tampoco tenemos mecanismos efectivos para promover leyes durante las legislaturas. Ni tan siquiera un derecho de petición que funcione. La única manera de entrar en su fiesta (y pararla) es afiliándose a sus partidos o creando otros nuevos.

Pertenezco a una generación de gente decente. Que nos hemos esforzado por aprovechar esa oportunidad que nuestros mayores nos dieron y convertirnos en los más preparados de la historia de nuestro país. Y precisamente por eso no estamos dispuestos a que nos tomen el pelo. No estamos dispuestos a pagar la rave de otros. No estamos dispuestos a vivir postrados el resto de nuestros días pagando una deuda que nosotros no contrajimos, y que en muchos casos cuyos frutos ni siquiera disfrutamos, si nuestro país no cambia para ser un país mejor. Si mi generación tiene que hacer frente a vuestra deuda, lo mínimo que queremos es que este país y sus instituciones responda a nuestro deseo, a nuestra aspiración y a nuestra necesidad de más honestidad, más transparencia y más participación. A cambio de nuestro esfuerzo queremos más democracia. Por nuestro sudor queremos vuestra decencia.

Young athletic man taking a break during a challenging jogging outdoor