Protégeles: ¡Compra imitaciones!

Ayer estuve en el Fake Market de Shanghai. Es decir, en el Mercado de las Falsificaciones. Nada más entrar no dejan de ofrecerle a uno comprar un Rolex por unos pocos yuanes o un bolso Prada a precio de risa. Pasear entre sus tiendas es ver un sin fin de Iphones «Mini» (sí, el Iphone Mini existe… en China!), juegos de la Wii, zapatillas Paul Smith, bufandas de famosos cuadros escoceses y Vuitones de todos los modelos y colores. Todo falso, claro está.

Me acordé de lo que en el libro Gratis: El futuro de un precio radical de Paul Anderson (#recomendado) se escribía sobre el concepto de la copia y la propiedad intelectual en el gigante asiático: aquí en China la propiedad intelectual es gratis. Uno solo paga por las cosas que compra pero no por las ideas que hay detrás de ellas. Lo que en occidente puede parecerle a muchos un escándalo tiene, contrariamente a lo que muchas veces nos cuentan, unas causas y unas consecuencias más que sutiles

En China la copia falsa tiene varias causas: está relacionada con la situación de un país en desarrollo, con un sistema legal bastante laxo y, al mismo tiempo, con una concepción confucionista de la vida en la que la sabiduría se alcanza mediante la imitación de los maestros y, por lo tanto, el copiar es algo socialmente reconocido.

Es decir, lo que en occidente es considerado un delito por el que una persona puede pasar en la cárcel más tiempo que por pegar una paliza a una persona en la calle, en China es asumido con plena naturalidad y, de hecho, busca dar respuesta a la necesidad de algunos segmentos de la población que no pueden permitirse el adquirir los productos originales. Se trata de una forma de entender la justicia social.

Como es previsible, en términos económicos, la proliferación de copias falsas provoca un «efecto reemplazo». Es decir, la gente deja de comprar cosas auténticas para comprar el mismo objeto copiado y mucho más barato. Sin embargo, al mismo tiempo, la distribución de estas copias falsas también provoca el «efecto estímulo», por el cual los productos de una determinada marca llegan al conocimiento de la población que en otros lugares los adquieren en su versión auténtica. La cuestión es, ¿Cuál de estos dos efectos es más fuerte? ¿Se está destruyendo el mercado de los objetos de lujo en China o por el contrario está creciendo?

La realidad es que no se ha destruido el mercado sino que lo ha preparado para una emergente marea de consumidores de clase media. De acuerdo con Anderson:

La renta per cápita se ha más que doblado en china en los últimos 10 años, pasando de 663 dólares en 1996 a 1.537 en 2007, y da pocas muestras de ralentización. Actualmente hay unos 250.000 millonarios en China, y el número crece día a día. Hoy, China (incluyendo a Hong Kong) es el tercer mercado mundial de artículos legítimos. Desde un punto de vista económico, la piratería (sic.) ha estimulado una demanda mayor que la que ha satisfecho.

Pese a lo que pueda parecer, ésto no es nada nuevo. La idea de que las imitaciones pueden ayudar a vender mejor las originales ya fue formulada como la Paradoja de la Piratería. Podríamos decir entonces que en China el moto es «Protege a los creadores ¡Compra imitaciones!» No solamente es sorprendente sino que, además, funciona.

La discusión está abierta, si mil millones de los seis que formamos el planeta compran y venden copias falsas… ¿Qué debemos hacer nosotros? ¿Copiar o no copiar?