Pasaba yo ayer por la calle Preciados de Madrid cuando una chica con un chaleco verde y con rastas vino corriendo hacia mí. Quería hablarme de Greenpeace. Me paré para escucharla. Cuando ya nos estábamos despidiendo, la chica me soltó: “¡Ah! ¡Y recuerda que mañana es el día de las ballenas!”. A lo que le contesté que tengo un blog y que prometía hablar de ello hoy.
No he conseguido averiguar si hoy es el día internacional de las ballenas (ni siquiera si tal día existe) pero no importa. No es necesario que sea el día D para hablar sobre los cetáceos, los océanos y de su importancia.
Mientras Greenpeace hace campaña para evitar la caza de Ballenas por parte de Japón, en España se ha presentado un informe de la organización Oceana sobre la preservación de los fondos marinos.
Estas cuestiones nos suelen resultar distantes y escasamente importantes pero nada más alejado de la realidad. Para empezar no tenemos más que recordar que el agua cubre casi el 71% de la superficie de la tierra así que, si no consideráramos que la preservación de los océanos sea una cuestión grave, en cualquier caso resulta claro que es una cuestión “grande”.
Desafortunadamente es una cuestión grave y grande. Entre los muchos daños que están sufriendo podemos contar el aumento de sólidos suspendidos, debido a la deforestación y a la agricultura, que afectan a los arrecifes de coral y a la vegetación marítima, o la eutrificación –que provoca deficiencias de oxígeno como resultado de desperdicios agrícolas con fertilizantes, descargas de drenaje y contaminación del aire- la cual está afectando a la mayoría de mares cerrados del mundo. Podríamos hablar también de los derrames de petróleo o de cómo existen operaciones de criaderos de peces son insostenibles. Por ejemplo, los brotes de enfermedad en los criaderos de camarón de la Corriente Humboldt, en la costa oeste de Sudamérica, han costado 600 millones de dólares al año, sin incluir el daño provocado a los bancos de peces salvajes.
Miro en mis apuntes y encuentro también esto:
El océano mundial adquiere cada vez más importancia como fuente de recursos alimenticios. En sus aguas habitan cerca de 180,000 especies de animales; entre ellas, alrededor de 16,000 variedades de peces. También habitan aproximadamente 10,000 especies de plantas, que son indispensables en las cadenas alimentarias de los habitantes marinos. Por todo esto, el océano ofrece no solo riqueza de carnes, sino también otros recursos, como la harina de pescado. Constituyen también un recurso valioso las algas marinas, las cuales son de utilidad en la elaboración de papel, cartón, cola, alcohol y levaduras. De ellas también se obtiene, gracias a la alta concentración de potasio que poseen, abonos muy valiosos. La sal común, tan necesaria para la humanidad, es obtenida también directamente del mar.
Dándole un par de vueltas, la conclusión parece clara. No solamente debemos esforzarnos por preservar la salud de los océanos considerándole como un fin en sí mismo sino que se trata de una cuestión que afecta directamente a las comunidades, a las personas, que dependen de los peces y de los recursos oceánicos. La lucha por el mejoramiento de las condiciones de vida de las personas, la lucha contra el subdesarrollo pasa también por la preservación del medio.
“Yo soy yo y mis circunstancias” que decía el amigo Ortega…