Tienes una cita con… El Biblioburro

Las últimas gotas de la tormenta todavía golpeaban las hojas de la selva como el redlobar de los tambores de la guerra anuncia el peligro. La guerrilla y los paramilitares todavía controlaban esa parte de la selva Colombiana. Luis Soriano, un sencillo profesor de lengua, sabía al peligro al que se exponía atravesando con sus dos burros los senderos aledaños al pueblo de La Gloria. No importaba. Luis estaba determinado a llevar la mercancía que guardaba en las alforjas hasta su destino…

Este podría haber sido el relato del día en que Luis decidió comenzar su proyecto de llevar libros a los niños de los pueblos remotos de su región: el Biblioburro. Cada fin de semana, desde hace ya diez años, Luis monta en sus burros -Alfa y Beto- y bajo el sol recorre kilómetros cargando libros de cuentos, novelas y enciclopedias para acercarlos a grupos de niños que le esperan impacientes.

«Comenzó como una necesidad; después se convirtió en una obligación y después en una costumbre» dice Luis. «Ahora, es una institución». Una institución que nació de la admiración de Luis por la fuerza transformadora de la lectura sobre los niños. Leyendo libros, los niños entran en contacto, no solamente otros países, otras culturas, otras formas de pensar; sino también con «derechos, obligaciones y compromisos». Los niños aprenden que existen vías para solucionar los conflictos que no pasan por la violencia y se apartan de ella. Algo especialmente importante en esta región de Colombia.

Hoy, Luis ha conseguido reunir más de 4.800 libros y financiación para crear un pequeño centro que finalmente se quedó a mitad por falta de recursos. Los libros que más éxito tienen son los cuentos para niños pero Alfa y Beto también cargan con novelas, libros de medicina o el Diccionario de la Real Academia de la Lengua. A veces, los libros que presta nunca vuelven. Eso ocurrió con una guía sexual y el libro Como agua para chocolate de Laura Esquivel. Quizás la pérdida que mejor recordará Luis es Brida de Paulo Coelho que se llevaron unos bandidos al atracarlo en medio de un camino y dejarlo atado a un árbol al ver que no tenía dinero, sólo libros.

Afortunadamente eso no arrugó a Luis quien sigue recorriendo cada fin de semana los pueblos de los alrededores de La Gloria llevando la lectura a centenares de niños y niñas. No hay pago que valga la labor que está haciendo este joven profesor aunque quizás él se sienta suficientemente recompensado cuando abandona una aldea y alguien le pregunta: «¿Cuándo volverá, maestro?»