Imaginen que España hubiese poseído ciertas islas en el Pacífico hace decenas de años y que, al tener que cederlas por derrotas o por mero ánimo de lucro, alguien se hubiera olvidado de meter en el saco algunas de ellas. Esas islas podrían seguir siendo españolas y no nos habríamos ni enterado. Este es el tema que trata un artículo que me manda el profesor de Derecho internacional público de la Universidad de Barcelona y ESADE Don Jordi Sellarés Serra. Un artículo escrito hace algún tiempo pero que todavía no había visto la luz. En él se relatan las aventuras vividas en los oscuros subterráneos del Ministerio de Asuntos Exteriores y las visitas a los consulados e instituciones de los países implicados para intentar averiguar la verdad del asunto. Aquí les dejo la primera parte del relato y más abajo podrán descargar una versión en Word con anotaciones a pié de página por si quieren saber más. Espero que les guste tanto como a mí. No tiene desperdicio.
¿Cuatro islas perdidas en el Pacífico son aún españolas?
El 1 de agosto de 1993 apareció en «La Vanguardia» de Barcelona una carta de un lector en la que se daba noticia de una supuesta soberanía española sobre cuatro islas del Pacífico, a saber, Guedes, Corcas, O’Cea y Pescadores. La primera búsqueda de tales islas fue inútil, incluso recurriendo a las Cartas náuticas más recientes. El autor de la carta, D. José Mª de Mena, reproducía en ésta los únicos datos que se podían hallar sobre la cuestión en uno de sus libros. En concreto, daba a entender que las señaladas islas no estaban incluidas en el Tratado de Paz hispano-estadounidense firmado en París el 10 de diciembre de 1898 ni en el Tratado cediendo al Imperio alemán los archipiélagos de Carolinas, Palaos y Marianas, excepto la isla de Guam, hecho en Madrid el 30 de junio de 1899. Añadía otro detalle. El 12 de enero de 1949 se trató la cuestión en la reunión del Consejo de Ministros.
Las gestiones cerca de la Embajada de Filipinas confirmaron que dentro de las 6.000 islas de aquel Estado no constaban aquellas. Cabía que durante las etapas de dominio colonial alemán, mandato japonés o fideicomiso estadounidense el topónimo hubiera sido alterado. A pesar de la colaboración de los Consulados germano y estadounidense en Barcelona no se logró localizarlas. Tampoco añadió nada nuevo la correspondencia mantenida con el Sr. de Mena, salvo que ignoraba el paradero de las islas cuya soberanía había atribuido a España y excepción hecha de algunos datos biográficos sobre el autor de la primera reclamación, el Sr. Emilio Pastor Santos, un individuo poco corriente.
Continuaron las pesquisas cerca del Archivo Central del Ministerio de la Presidencia, pero éste respondió por escrito lamentando que hasta el nombramiento del después Almirante Carrero Blanco (padre) como Ministro Subsecretario (en 1951) «la Secretaría del Consejo de Ministros no comienza a funcionar de un modo centralizado en materia documental».
Sabiendo que a la sazón el Ministro del ramo era el Sr. Martín Artajo (el tratamiento de Excmo. Sr. sólo aparece ante el nombre del anterior Jefe del Estado, como «Presidente»), y con la fotocopia de un recorte de la primera página del ABC del día siguiente, 13 de enero de 1949, acudimos al señalado periódico de la capital, al que también había remitido el Sr. de Mena.
Mientras, solicitamos la ayuda del Centro Nacional de Información Geográfica, al cual nos recomendaría dirigirnos la National Geographic Society poco más de un mes más tarde, tras lamentar que «after searching all possible atlases and gazetteers, including the Atlas of Micronesia, we were unable to locate the islands of Guedes, O’Cea, and Corcas y Pescadores».
Dicho atlas nos llegó gratuitamente tras hacer llegar la ya escéptica consulta a la University of Guam (Unibetsedåt Guahan), reconducidos por el Instituto de Estudios Norteamericanos de Barcelona. Junto con una nota fechada el día del aniversario del ataque japonés a Pearl Harbour y el catálogo de publicaciones del Micronesian Area Research Center de la señala Universidad del Pacífico,-la gran mayoría referidas a la etapa de dominación española-, el Atlas específicamente de la zona no aportaba ninguna pista a las supuestas islas de dominación española.
Ante la creciente sospecha que tales islas no podían estar – como la isla de King Kong – permanentemente rodeadas de niebla, confundiendo a los cartógrafos, y que por tanto, la soberanía española sobre ellas no era sino una entelequia nacida en la mente del Sr. Pastor Santos, llegaron las primeras respuestas positivas. La Dirección General del Instituto Geográfico Nacional, hoy en el Ministerio de Obras Públicas y Transportes, remitía una extensa nota, contestando la carta remitida más de dos meses antes, en la que confirmaba que «los nombres de Guedes, O’Cea, Corcas y Pescadores no se conservan en la actualidad» y sugiere que los nombres históricos correctos pudieran ser Gueles, Acea, Coroa y Pescadores, pues «todas ellas aparecen en el «TRATADO DOS DESCUBRIMIENTOS», escrito por el gobernador portugués de Terrenate [hoy en territorio de Indonesia], don Antonio Galvão en 1653, quien, al relatar la expedición de Hernando de Grijalva de 1537, hace referencia a las islas descubiertas». Sin embargo concluye que «es muy difícil asegurar a qué islas actuales corresponden las denominaciones antiguas» ya que «los historiadores no se ponen de acuerdo con la identificación de estas islas». Apunta hacia Mapia (0o 50 ‘ N 134o 20′ E) o Gebe (0o 5′ N 129o 20’ E) como Guedes o Coroa, y a Christmas (2oN 158o O) como Acea.
Animados por el hecho de que en algún momento histórico estas palabras identificaban unas islas, esperamos más acontecimientos. Si habían desaparecido sin dejar rastro y nadie las había echado en falta, no alteraría su destino precipitarse en su búsqueda. En la espera, el Max-Planck-Institut für Ausländisches Öffentliches Recht und Völkerrecht nos hizo patente lo obvio, «sin el sitio exacto o las coordenadas es casi imposible (como segundo paso) de aclarar una alteración de nombres» para añadir, en claro reparto de competencias, que los documentos de la administración colonial alemana están en el Archivo federal de Koblenz (Coblenza). Como precisamente lo buscado era el sitio exacto, el paso se había dado en falso.
Procuramos afinar más en las siguientes etapas, sin apenas esperanza de encontrar referencias escritas o coordenadas geográficas de esas masas de tierra que en algún momento podrían haber estado bajo soberanía española. Aconsejados por el Archivo Central del Ministerio de la Presidencia acudimos al Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores, donde finalmente pudimos ver tierra a la vista. Pero para ello tuvimos que esperar. Más de tres meses después de empezada la búsqueda de las islas perdidas, la Directora del Archivo Central del Ministerio de Asuntos Exteriores nos daba dos buenas noticias y una mala.
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Los expedientes «nº 10, 11,12 y 13 del legajo R.3199» eran «relativos a los estudios de D. Emilio Pastor y Santos sobre las islas del Pacífico en el Convenio Hispano Alemán de 1885 y 1899». Aún decía más, pues el expediente nº 42 del legajo R.4787 contenía datos de ese Consejo de Ministros. Por consiguiente, el posible absurdo de buscar una cábala de un visionario tenía un punto de apoyo menos, al haber, al menos constancia escrita, que con el paso del tiempo puede dar siempre de sí. Pero la carta del Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores aún aportaba más elementos para calmar una conciencia preocupada por el esfuerzo inútil. Toda esa documentación obraba «en poder de la Asesoría Jurídica Internacional», que la había solicitado «en calidad de préstamo, y en tanto no la devuelvan no es accesible al público». De ello cabía obtener el consuelo de que existía un Dr. Livingstone en esa selva de los archivos y el papeleo de otras épocas.
La mala noticia no era que no estaban en ese momento allí, sino que para consultarlos el investigador debía desplazarse a la sede del Ministerio «siendo el horario al público de la Sala de Lectura de Lunes a viernes, de 9,30 a 14,00 h.». Confirmado el paso del fajo de expedientes por la Asesoría Jurídica Internacional mediante gestiones diversas, esperamos de nuevo tiempos mejores.
En el «impasse», llegaron los artículos publicados en «ABC», el 9 de enero de 1949 y el 5 de septiembre de 1949. Poco se podía obtener de ellos, salvo la fotografía y la nota necrológica del predecesor de esta búsqueda, el Sr. Emilio Pastor Santos (fallecido el 17 de marzo de 1956) en la que se hacía constar, aparte del dolor de su madre, hermano, hermana política, sobrino y demás familia y del lugar de celebración del funeral, que el traspasado era «el promotor de la tesis de los territorios de soberanía española en Oceanía o la España de Micronesia. Fundador y presidente de la Hermandad Hispano-filipina.» Quedaba claro, pues, que las islas de marras tenían un papel importante en la vida del finado, del que ahora sabíamos que era bilbaíno, nacido en 1916, grumete en el desembarco de Ifni, hijo de familia marinera que hizo el servicio naval y que se licenció en Filosofía y Letras. Además, era «profesor de Cultura Religiosa Superior».
Toda esta información estaba sazonada de referencias a los cocos, a los pocos habitantes, al chamorro hablado en la zona que conserva léxico castellano, a los navegantes de bambú o a la Continental Air Micronesia, a la administración fiduciaria de Estados Unidos y a Naciones Unidas en un cóctel poco claro.
La Universidad de Guam volvió a dar señales de vida, de una vida generosa y atenta. Una colombiana, doctora en Derecho y «Assistant Professor» allí a la que le había sido encargada la respuesta por la autoridad correspondiente, centraba el tema. No localizaba las islas, pero estimaba que «lo más conveniente será identificar sus (del autor de la carta al periódico inicial) recursos documentales para tener una información más segura». Ya sabíamos la frugalidad de esos «recursos». Sin embargo dejaba bien claro que «primero que todo debe tenerse claro el concepto de unidad geográfica que España adoptó en la defensa de la Soberanía sobre los archipiélagos de la Micronesia y las Filipinas, durante el Conflicto Hispano-Alemán 1885 … que tiene sus límites descritos en el Tratado de París, Art. III». Estos oportunos comentarios venían acompañados de una copia parcial de la Carta General de las Islas Palaos, Marianas y Carolinas elaborada en 1885 por D. Francisco Coello y unas copias de algunas páginas de las obras publicadas en la época. La señalada copia de la Carta General alcanzaba hasta unos milímetros antes de los lugares donde estaban las islas, quedando éstas en el limbo.
Finalmente, la última etapa tenía como final la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, tras una meta volante en la sede de su Asesoría Jurídica Internacional, donde confirman el paso del expediente para elaborar un nuevo informe para responder a la consulta formulada al respecto por el Excmo. Sr. Ministro a consecuencia de otras cartas recibidas por el mismo. El Archivo General del Ministerio, al que se accede tras haber sido fotografiado en la entrada y tras haber llenado un surtido de formularios, es un lugar que responde a las expectativas de sitio poco frecuentado, recóndito, en los sótanos del Palacio de Santa Cruz, donde las fotocopias necesitan un mes para gestarse y el ritmo es tranquilo, sin prisas.
De todos los expedientes, uno es reservado y cuarenta y cinco años después no puede ser consultado. Los restantes sí, de uno en uno y previa devolución del anterior.