¿Cuántas vidas cuesta tu móvil?

¿o tu ordenador o tu consola? La cuestión del coltán es sangrante.

Hace ya algunos años, ocurría algo parecido con los diamantes. En Sierra Leona se libraba una guerra terrible. De ese caos había quien sacaba, a sangre y fuego, beneficio económico: el comercio de diamantes, la principal exportación del país, era controlado por los líderes rebeldes quienes los sacaban del país a través del mercado negro. A saber cuantos amantes se han regalado diamantes de sangre

Afortunadamente la guerra acabó y siempre se ha considerado que el Proceso de Kimberley tuvo mucho que ver con el principio del fin de aquella locura. Como ya comenté aquí hace tiempo:

Este Plan de Certificación fue diseñado para evitar la entrada de estos diamantes sangrientos en el flujo comercial del mercado de diamantes. Se trata de poder garantizar al consumidor que los diamantes que están comprando no han sido obtenidos mediante violaciones de los Derechos Humanos. Aproximadamente el 98% del comercio mundial de diamantes tiene lugar entre los Estados miembros de este plan.

Podría decir que hoy necesitamos un nuevo Proceso de Kimberley para el coltán. Pero, si bien este Proceso ha resultado muy útil, no es un mecanismo perfecto ya que estos acuerdos no son obligatorios ni imparciales. Lo que necesitamos es que la certificación de que el coltán no está manchado de sangre cumpla estos requisitos. Es necesario regular el origen de este mineral y que podamos estar completamente seguros de que el próximo móvil, ordenador o consola que compremos no cuesta vidas sino, tan solo, unos euros.