Este artículo ha aparecido en ElPais.com, en su sección Blog de Bloggers, donde he sido invitado a participar.
El mundo está cambiando. Internet lo está cambiando. La diplomacia no escapa a ese cambio. Y este cambio se está dando en distintos aspectos.
La velocidad de las cosas provoca que estén cambiando los ritmos de toma de decisiones e implantación de políticas, la facilidad del acceso a la información está provocando que los expertos en relaciones internacionales pierdan parte de su papel y, al mismo tiempo, están aumentando las expectativas de participación en la política internacional de los ciudadanos.
Leía hace tan solo unos días en el blog de Rosa Jiménez Cano que la periodista Rosa María Calaf había dicho lo siguiente:
Lo internacional interesa poco, menos cuanto más lejos.
Se refería no sólo a una supuesta pérdida de interés por parte de las audiencias sino también a que, en el mundo periodístico, cada vez abundan más aquellos que “saben tanto de cubrir crisis y absolutamente nada de las crisis que cubren”.
Sin embargo los datos apuntan en otra dirección. Según Javier Noya, experto en Diplomacia Pública, ya no es que los ciudadanos estén cada vez más informados (a lo mejor Rosa María debería preguntarse si estarán los ciudadanos abandonando la televisión a favor de Internet para informarse sobre cuestiones de política internacional…) sinó que esa información cuenta cada vez más. La política internacional importa cada vez más a los ciudadanos. Según un estudio resulta que la política exterior es la tercera de las cuestiones que tanto en Europa, Estados Unidos y Turquía se tiene más en cuenta a la hora de votar (en España es la cuarta después del terrorismo, el cual, en realidad, no está desconectado de la política internacional).
Resulta claro que si los ciudadanos saben cada vez más de estos temas y, además, están interesados; es completamente natural que, poco a poco, se vayan dando cuenta del papel que ocupan en este terreno. Cada vez son más aquellos que se dan cuenta de que son actores de cambio. Cada vez son más quienes se dan cuenta de que sus acciones, sumadas a las de los demás provocan modificaciones en la política de otros países.
Todos recordaremos el caso de Amina, la joven nigeriana condenada a muerte por lapidación al haber sido acusada de tener un hijo fuera del matrimonio. Amnistía Internacional consiguió que la sociedad española se solidarizase a través de Internet con una chica que nadie conocía pero cuyo caso resultaba aberrante. Los ciudadanos nos movilizamos y vencimos. El 25 de septiembre de 2003 Amina era declarada inocente. La presión internacional, y en particular la española, fue decisiva para impedir que un tribunal no reconocido por la Constitución nigeriana ejecutara esa pena brutal sobre la joven.
Este tipo de hechos son los que nos permiten empezar a hablar de que los ciudadanos de todo el mundo se están conformando como un poder internacional basado en ideas, valores y normas. Se trata de un poder surgido del conocimiento, de la sociedad del conocimiento. Se está gestando la Noosfera (en griego “noos” significa espíritu o conocimiento). Y este poder, claro está, no se queda de brazos cruzados. Actúa. Y cuando actúa da lugar a lo que se ha dado en llamar la Noopolítica o lo que en el terreno internacional podría equivaler a un nuevo tipo de diplomacia: la diplomacia ciudadana.
Usted es un actor de cambio. Usted, ciudadano, que se informa sobre cuestiones de política (internacional) tiene mucho más poder del que imagina.
¿Cómo ejercer ese poder? Infórmese, genere ideas, abra un blog, discuta, siga informándose, genere conversación con las herramientas que le proporciona Internet, únase a redes de conocimiento, reflexione con quienes comparten sus intereses, proyecte sus valores hacia el exterior, presione para que se creen normas más justas.
Actúe. Conviértase en un diplomático ciudadano.