Mojones Orbitantes

No sé si es mi incontrolable curiosidad por los temas “raros” o que me he encontrado con uno de los mejores artículos en prensa que uno ha podido leerse en los últimos días. Política internacional en estado puro.

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Me refiero al artículo de Rafael Poch aparecido hoy en La Vanguardia acerca de cómo China ha conseguido lanzar una seria amenaza a Estados Unidos al hacer estallar hace unos meses un satélite de comunicaciones propio.

No entienden nada, ¿verdad? Tranquilos, eran muy pocos quienes comprendían el por qué de algo, aparentemente, absurdo. Voy a intentar resumirles la cuestión.

Habrán oído ustedes hablar de la basura espacial: restos de satélites, piezas extraviadas, restos de cohetes, trocitos de naves desprendidos… incluso bolsas de excrementos congelados. Pues bien, el grado de basura espacial está llegando a tal nivel que se está convirtiendo en una amenaza seria para cualquier actividad en el espacio, sea civil, sea militar. Según el pentágono, un trocito de tan solo diez centímetros puede provocar en una nave tanto daño como 25 cartuchos de dinamita.

La cuestión es que Estados Unidos, hasta la fecha, se ha negado rotundamente a sentarse en una mesa para negociar un tratado internacional que prohíba la militarización del espacio.

¿Cómo conseguir que se avengan a negociar? Dando en el punto débil.

Si no regulamos la cuestión significa que hay libertad. Y esa libertad significa también que uno puede hacer estallar sus propios satélites generando una cantidad ingente de basura espacial. Miles de trocitos girando alrededor de la tierra a 25.000 km/hora. Una amenaza, como hemos dicho, para cualquier actividad espacial. Una amenaza para los intereses actuales de Estados Unidos.

Si tu no te sientas a negociar vamos a llenar el espacio de porquería y no vas a poder hacer lo que pretendes”- ese ha sido el mensaje de los chinos.

Resulta claro que no hay posibilidad de ser un llanero solitario en el espacio. Cualquier actividad en el espacio tendrá que pasar, consecuentemente, por la negociación.

Lo multilateral se impone. Y mejor que sea así porque, de lo contrario, en el futuro, los mojones orbitantes de los astronautas podrían salpicarnos a todos.