No se juega con Afganistán

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En cuestiones de defensa no debe haber partidismo. Los hombres y mujeres que han asumido el compromiso de defendernos, esperan que los políticos que deciden dónde y cuando ponen en juego su vida lo hagan con responsabilidad. El Partido Popular demuestra no haber asumido esa responsabilidad. Lo ha demostrado, una vez más, este fin de semana, utilizando la misión española en Afganistán para atacar a José Luís Rodríguez Zapatero.

El sábado, Mariano Rajoy encabezaba sus críticas al gobierno utilizando los ataques que han recibido nuestros soldados en la última semana. Sembrando dudas acerca de qué están haciendo allí y buscando, en consecuencia, reducir el apoyo de los ciudadanos a nuestros soldados en el exterior. Un intento burdo e irresponsable de politizar en clave interna un asunto de seguridad internacional.

Ni en Estados Unidos, país que lidera la misión en Afganistán (ISAF) y que, por lo tanto, mayor responsabilidad sostiene, se ha cuestionado, ni se cuestiona a día de hoy, la misión de la ONU en el país asiático. No se la cuestiona porque Afganistán no tiene nada que ver con Irak, frente a lo que los interesados en llegar a la Moncloa a costa de lo que sea intentan hacernos creer.

Irak fue una guerra ilegal porque se basaba en mentiras y, por ello, jamás obtuvo la autorización del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. En cambio, la intervención internacional en Afganistán se produjo, y se desarrolla hoy día, al amparo de las resoluciones 1368 y 1373 que, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 reconocieron “el derecho inmanente a la legítima defensa individual o colectiva plasmado en el Capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas. Bajo este derecho se articuló una alianza internacional que a día de hoy sigue contando con el consenso de la mayor parte de la sociedad internacional. La guerra de Irak, en cambio, provocó uno de los mayores cismas que ha vivido nunca Naciones Unidas.

Ese mismo año, Estados Unidos derrocaba al régimen talibán y al año siguiente, en 2002, llegaban a Afganistán las primeras tropas españolas. Desde entonces y hasta hoy, los soldados españoles velan por la seguridad de los afganos. Como se recuerda en el documento de conclusiones de la Conferencia de Londres sobre Afganistán, “primero, la seguridad, segundo, la gobernabilidad, el imperio de la ley y los derechos humanos y, tercero, el desarrollo económico y social constituyen tres pilares de actividad críticos e interdependientes para los próximos años”. Son 40 países los que trabajan juntos con este propósito y, entre ellos, los soldados españoles.

¿Pero a qué se refieren con velar por la seguridad? ¿Es una reedición del argumento hortofrutícola de Trillo? No. La misión de nuestros soldados significa garantizar que los afganos pueden reconstruir su país así como proteger y apoyar a los cooperantes españoles que están allí trabajando. En concreto, los soldados españoles han repartido toneladas de material de primera necesidad, han colaborado en la construcción de infraestructuras sanitarias, educativas, carreteras, canalización de aguas y tendido eléctrico. Elementos imprescindibles para que cualquier sociedad pueda desarrollarse, estabilizarse y sentar las bases que permitan a la sociedad civil tomar las riendas de su propio país.

La cuestión es entonces, ¿qué critica el Partido Popular? ¿Acaso pretende presionar al gobierno para que no envíe más tropas y poner en peligro no solamente la vida de los soldados que ya están allí sino de los miles de personas que de ellos dependen? ¿Quieren quizás que recortemos el presupuesto destinado a esas labores de seguridad? ¿Creen que nuestros soldados gastan allí demasiada munición? ¿Están criticando al Ejército por defenderse?

Politizar la seguridad de los hombres y mujeres que cada día se juegan la vida en Afganistán es una irresponsabilidad y la del PP parece no tener límites.