Creí que esa época ya había terminado pero no. Hoy he vuelto a ver como un partido que se reivindica como democrático ha lanzado, una vez más, un ataque frontal al Estado de Derecho.
Hoy el Partido Popular, a modo de cortina de humo, no ha dudado en acusar de prevaricación al juez Garzón. El juez que ha imputado en una supuesta trama de corrupción a algunos miembros del partido de la oposición. Y todo ello sin aportar prueba alguna.
Hoy el Partido Popular ha afirmado que un proceso judicial que implica a alguno de sus cargos y que la investigación de una presunta trama de espionaje por parte de miembros del PP a miembros del PP es una caza de brujas contra ellos.
Hoy el Partido Popular se ha quejado por las filtraciones del sumario de un caso que le afecta cuando no parecía preocuparse cuando lo mismo ocurría con el sumario del 11M.
Hoy el Partido Popular ha dejado claro que esto de la Democracia y el Estado de Derecho no le importa demasiado cuando lo que interesa es cambiar el tema de la conversación.
El daño que hace el principal partido de la oposición sembrando dudas acerca del correcto funcionamiento de las instituciones propias del Estado de Derecho es irreparable cuando se hace sin pruebas y con el único fin de sobrevivir políticamente. Es un daño equiparable al que provoca la corrupción cuando ésta llega a las instituciones.
La corrupción es la peor cara de la política. Es veneno para la Democracia. En realidad, podríamos decir que no es ni política porque representa todo lo contrario a la vocación de servicio hacia los demás que alienta a la mayor parte de la gente que la desempeña. En los años que llevo trabajando en materia internacional he tenido oportunidad de ver como países con inmensas capacidades no pueden levantar cabeza por culpa de desaprensivos y también he visto como países que llamamos avanzados están derivando hacia regímenes populistas de dudosas convicciones democráticas.
Por ese motivo hay que combatir la corrupción. Debemos combatirla unos y otros. Gobierno y oposición Se trata de una cuestión que debería ser objeto de un pacto de Estado.
Hoy el Partido Popular no solamente ha perdido un día en la lucha contra esta lacra sino que ha intentado dañar la confianza de los españoles en su Estado de Derecho.
Vergonzoso.