Una Liga de Democracias

Parece que por fin la comunidad internacional está de acuerdo en que el orden económico que nos dimos tras la Segunda Guerra Mundial ya no es válido. Las instituciones que han realizado su labor en la Guerra Fría y tras la caída del Muro de Berlín han quedado anticuadas. Se impone el buscar propuestas.

Por este motivo me gustaría comenzar hoy una serie de post que recojan propuestas que perfilen el orden internacional del mañana.

Una de las principales críticas que recibe la actual situación internacional es que no existe un foro político que resulte legítimo. Naciones Unidas es el objetivo principal de estas críticas, por una parte su Asamblea General da cabida a Estados encabezados por dictadores o caudillos que acaban teniendo una capacidad de decisión igual a la de las democracias más avanzadas: todos tienen un voto. Por otra parte, su Consejo de Seguridad, ocupado por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, es objeto constante de crítica, en particular, por el derecho de veto de estos miembros permanentes. Ante esta situación se han hecho múltiples propuestas de reforma pero ninguna ha llegado, todavía, a buen puerto.

Y hay quien busca alternativas y propone la creación de una Liga de Democracias. No es un tema completamente nuevo, pero recientemente ha vuelto a ser objeto de lectura por parte de muchos expertos internacionalistas a partir de un trabajo de GJ Ikenberry y AM Slaughter en el que, con muy poco tino, plantean la creación de una Liga de Democracias bajo el patronazgo mesiánico de Estados Unidos. Señores, si apuestan de una vez por el multilateralismo… ¡háganlo bien!

En cualquier caso, en el texto de los americanos hay partes salvables. Me gustaría rescatar aquí la sucinta descripción de los pilares en los que debería basarse esa Liga de Democracias:

Esta Liga institucionalizaría y ratificaría la “paz democrática”. Si las Naciones Unidas no pueden ser reformadas, la Liga podría proporcionar un foro alternativo a las democracias liberales para autorizar la acción colectiva, incluyendo el uso de la fuerza, por un voto en supermayoría. Su membresía sería selectiva pero realizada por sus propios miembros.

Los miembros tendrían que comprometerse a no usar o preveer el uso de la fuerza contra sus miembros; comprometerse a mantener elecciones multipartidistas, libres y justas con intervalos regulares, garantizar los derechos civiles y políticos a sus ciudadanos mediante un sistema judicial efectivo y aceptar la responsabilidad de proteger.

¿Qué os parece la idea?