Prepárense para ser bombardeados

Gengis Khan, el líder de los mongoles durante el siglo XIII, enviaba a sus generales a las ciudades que quería conquistar. Éstos pedían sumisión al Khan bajo la amenaza de la destrucción total si no se rendían. Tras ganar la batalla, los generales cumplían su promesa y masacraban a la población como ocurrió en Kiev o Jorasmia. La consecuencia no se hacía esperar: al llegar sus hordas a las siguientes ciudades éstas se rendían sin ofrecer batalla.

No se trata, ni mucho menos, del primer caso de guerra psicológica conocido pero me ha recordado mucho a lo que está pasando hoy en Oriente Medio. «Prepárense para ser bombardeados» dijo una voz robotizada cuando Mohammed descolgó el teléfono en su casa de la Franja de Gaza.

Este tipo de llamadas se están produciendo por toda Gaza. Amenazan con bombardear los hogares de civiles si ocultan armas o terroristas. La gente, aterrorizada, quiere dejar sus hogares, pero no tienen a donde ir. Gaza es una cárcel. A ello se suma el dilema de contarselo a los vecinos: si lo hacen, muchos les acusarán de haber recibido esa información por colaborar con los israelís, por ser traidores; si no lo hacen y se marchan, les odiarán cuando se cumpla la amenaza por no haberles avisado de lo que se cernía sobre ellos.

Sin embargo, la guerra psicológica no es cosa de un solo bando. Hamas afirmó ante los medios israelís y egipcios que el soldado Gilad, el soldado secuestrado por Hamas hace años, había resultado herido. Hamás no dio más detalles pero sabía perfectamente que esa información tendría cierto impacto sobre las mentes israelís y su voluntad de no dejar a ningún de sus soldados atrás, vivo o muerto.

La guerra, no se libra solamente en los campos de batalla. Lo hace también en las mentes y los corazones de las personas. El objetivo es conseguir, por cualquier medio, influir en la mente del enemigo. Con esta premisa, deberíamos preguntarnos si nosotros somos también parte en el conflicto arabe-israelí: prepárense para ser bombardeados.